ESTEBAN POLO, CARLOS
Ella abre cada mañana los párpados de la Tierra. Peina sus huesos. Recoge todas sus estrellas. Ella se sacude la noche. Bosteza el canto más antiguo. Despierta la ciudad que mira con sus ojos incendiados de palomas. Cádiz tiene diecisiete millones de lámparas y cada una de ellas alumbra a su manera esta historia. Nadie sabrá nunca de qué rincón nos vigilan sus ojos, los ojos del mal y los ojos del bien. El corazón de esta ciudad trimilenaria es una piscina de gaviotas con dos castillos custodiados por esbirros de vuelvepiedras. Las piedras de sus murallas esconden las entrañas de la vida de los personajes de esta novela. Sus ruinas son el reino de cualquiera. Ella con su cintura de agua, su cuerpo de luces y su plata en la sombra es a la par el escenario y la protagonista única y verdadera de estas historias que se unen como si fuese un tómbolo milenario. La muerte con todas sus hechuras, la vida recién nacida y boca abajo como el cielo mirando al mar, y la verdad palpitante como la tormenta perfecta arreciando en nuestras pieles. Eso es lo que somos: un trozo de la ciudad que nos habita, un trozo de piedra ostionera que nos cuenta quienes hemos sido después de la muerte y a pesar de la vida.