FRANCISCO GRACIA-QUIÑONERO
En el primero de los Tres relatos urbanos el que da nombre a este libro, Cipriano el Camelao, matador valeroso donde los haya, se enfrenta al lance más audaz de su vida. El jactancioso protagonista de Un triunfador, que ha sabido trepar por el organigrama de su empresa, espera esta noche a la sensual Estrella, por fin seducida, a la vez que aguarda la comunicación de su ascenso en la compañía. En El tendedero de Almeida, el lector se pregunta por qué el probo comerciante, engañado varias veces por la compañía de seguros, se afana en labores de bricolaje doméstico. Los Tres cuentos de esos mundos nos llevan a una pequeña isla del Caribe, amenazada por la presencia inquietante pero al mismo tiempo atrayente de Un volcán allá en el Norte. Después, en Historia de las tortas de leche y los pastelillos de miel, nos trasladamos a un paraje montaraz, tal vez en el Cáucaso, donde la joven Matia habrá de escoger para su repostería entre la humildad de la leche de cabra y el relumbrón de la miel. Por fin, en El emir y la máquina viajamos a un país musulmán en los albores de la modernidad, donde un sabio plantea ante el futuro monarca la adopción de una revolucionaria invención técnica. Un manojo de historias que solo a ratos revisten los ropajes de la fábula moral; parábolas de la condición humana que, como el mismo vivir, lucen a menudo el marchamo del desengaño.