BONILLO GINES
Los caballos que cabalgan sobre las aguas turbias del río crecido simbolizan la carga tumultuosa de vivencias engendradas en una tierra de río y campo, donde el río es capital en la vida de sus ribereños.
En estos mundos preteridos se asiste a la convivencia difícil de la seda con el sable y el mármol: una vieja morisca devana sus recuerdos fulminados por la sinrazón, dos mujeres enfrentadas por un arma
Sueños, guerra y muerte conforman con frecuencia la existencia.
Por estos retazos de historia desfilan maestras hiladoras de la seda, acequieros, alcaldes de las aguas y alamines de las heredades, guardas de los montes y caballeros de la sierra, cadíes y muftíes, alfaquíes, morabitos y monfíes; estraperlistas forzadas, maquis
Entre la comicidad y la sátira, el humor y la denuncia pululan curas montaraces que siguen el mandato del Génesis, agonizantes incrédulos ante la absolución, sacerdotes bonachones y fieles distraídas que tropiezan, creyentes desorientados, cocineros fanfarrones, recién casados en su viaje de novios, tragones muy listos, alumnos sandungueros, esposas recatadas
Atrapados entre el misterio y el terror, la noche y las sombras, se mueven troveros que preparan su epitafio, visitantes nocturnos atrapados en un cementerio, duendes a caballo, yacientes que extrañan el lecho
Y se rememoran antiguos modos de vida al hilo de los recuerdos de niño del autor.
Además: «Un libro se diferencia de una escultura en que la escultura no es conveniente abrirla» Aristóteles dixit (y es cosa verdadera).