GARCÍA DÍAZ,RUTH
El tono de la narración es natural, fresco, como si fuera el niño quien hablara. Tiene la inmediatez de las notas tomadas a vuelapluma y la profundidad de lo sencillo. Es un texto que abre el corazón porque, como tela de fondo y sin pretenderlo, sitúa el lector en la frágil frontera del niño: adaptarse al mundo o volverse loco.
Por encima de todo, emergen la figura de Aarón como un pequeño genio en ciernes, con don de palabra, rico vocabulario, divertido en sus réplicas, y la profunda empatía que Ruth siente hacia él. El diario de Aarón tiene el sabor de los procesos terapéuticos llevados a buen puerto, con la satisfacción y la pena a partes iguales cuando terminan. Todo ocurrió porque en palabras de Ruth, se dejó traspasar por la mirada de Aarón a la vez que Aarón también se dejó traspasar por la suya. Me alegro por los dos.
Annie Chevreux