SIEGFRIED SASSOON
Sinopsis: Enfrentarse a un poeta como Siegfried Sassoon, oficial condecorado y curtido en la batalla, y hacerlo precisamente con sus poemas antibelicistas es un reto que amedrentaría a cualquier traductor amante de la poesía. El fantasma de la traición italiana traduttore, traditore planea inevitablemente sobre tu cabeza. Uno teme ser infiel a este heroico oficial que fue, además, poeta valiente. Sassoon fue condecorado con la Cruz al Mérito Militar por su coraje durante un asalto a la trinchera enemiga. Pero esa misma valentía que le mantuvo en pie bajo el bombardeo mientras trasladaba a los heridos y caídos en el campo de batalla hasta un lugar seguro, fue la misma que le empujó a tirar al río esa condecoración y a enviar a su superior una carta negándose a volver al frente tras una baja y a criticar abiertamente a un gobierno que alargaba una guerra cuyos motivos eran cada vez más borrosos. La carta se leyó en el Parlamento y fue publicada por varios periódicos. Sassoon se exponía a un consejo de guerra por traición. Afortunadamente, Robert Graves, oficial y amigo de Sassoon, e Ian MacPherson, subsecretario de Estado para la Guerra, persuadieron a las autoridades de que sus facultades mentales se hallaban trastornadas y consiguieron que lo enviaran al hospital Craiglockhart donde fue tratado de neurastenia. Sassoon igualó con su pluma la valentía que mostró en la batalla. Con la misma pasión que mostrara en el frente, Jack el Loco, como lo apodaban sus hombres, exhibe la galería de horrores bélicos con diversos tonos poéticos, desde el más descriptivo de Contraataque o Alambreros, pasando por la ironía de Qué importa o los más épicos La investidura o A cualquier oficial muerto. En esta colección de poemas apreciamos tres perspectivas muy concretas: desde la trinchera, desde el exterior y desde la convalecencia. Los poemas desde la trinchera narran el horror, el desánimo, el suicidio. El soldado se pregunta ¿cuándo acabará esto? y cuestiona la eficiencia de los altos mandos (Detalles de la Base, El General). El poeta lanza sus granadas y hace saltar por los aires cualquier misticismo sobre el soldado y la batalla, dando buena cuenta de la pérdida del sentimiento patriótico que se les presupone a los miembros del ejército (Lamentaciones) o contando aquello que uno no osa contar/ al pobre padre sentado a salvo en el hogar que lee/ sobre héroes caídos y sus hazañas inmortales. Otra perspectiva muy diferente es la que utiliza Sassoon para hablarnos de la prensa como instrumento de propaganda (Impresiones editoriales) o de la familia ajena a la realidad del frente con la cabeza llena de ardorosas ideas patrióticas sobre el soldado y la guerra (Gloria de las mujeres, Su debilidad o Los padres) y jóvenes que ansían alcanzar la gloria, la misma en la que la polilla quema sus alas. Son los poemas sobre la guerra vista desde un exterior ajeno al hedor de la trinchera, la lucha ensalzada con himnos estúpidos desde esa Inglaterra en la que se escucha el retumbar de las bombas al otro lado del Canal pero adonde no llega la metralla. Sentado en el margen, en el refugio de la convalecencia, encontramos un Sassoon que, en lugar de hallar el ansiado descanso y olvido del horror de la lucha, se ve acosado por los sin casa, los muertos sin ruido, los fantasmas de sus compañeros soldados (Músicos muertos, Permiso por enfermedad); invadido por un profundo sentimiento de culpa (Destierro) y rodeado de niños[ ] rotos y locos con cicatrices físicas y psíquicas (Supervivientes), atisbando desde su habitación el palpable sendero hacia la locura (Represión de la experiencia bélica). Aun así, entre todo este barro y cascotes surgen poemas como flores blancas del espino que, si bien no presentan ninguna esperanza para el soldado, sí sirven de alivio y reposo para su alma. Poemas en los que surge la naturaleza en todo su esplendor (Amanecer, Juntos) en los que el paisaje es el único lugar donde la guerra se aleja. Desafortunadamente, este respiro no suele ser más que un sueño enviado por el corazón vacío de Dios volviéndose amable. Contraataque es mucho más que un catálogo de horrores bélicos. Es un canto a todos aquellos que buscaban la paz a tientas. Pero es también la constatación del efecto degradante que la guerra ejerce sobre el ser humano, como bien apunta ya desde el principio con su elección de la cita de Barbusse. La guerra, dice Sassoon, es el demonio que paró nuestros relojes. No nos hace hombres; destruye la humanidad que hay en nosotros. Eva Gallud Jurado