SENDEROS HACIA LA BELLEZA

 
Introducción
 
En el umbral de la ruta primera
1. La belleza salvará al mundo
2. Cinco sentidos y el sentido del amor iluminado
3. Es primavera
4. Es verano
5. Es otoño
6. Es invierno
 
En el umbral de la ruta segunda
7. El silencio, atrio de la belleza
8. Enséñanos a orar
9. Plegaria e imagen de Dios
10. Cómo ora un abad
11. No impidas la música
12. Tener el alma en las manos
 
En el umbral de la ruta tercera
13. Carta desde el monasterio
14. La partícula de Dios
15. Un río de agua viva
16. Vivir, vivir, ¿quién vive hoy?
17. ¡Malditas ocupaciones!
18. Dios danza para ti
19. Las provocaciones de Dios
20. El servicio
21. Alegría
22. El delito del silencio
23. El futuro, ¿una ingenuidad?
 
En el umbral de la ruta cuarta
24. La religión pura e intachable
25. Es posible la fe hoy
26. En la fe también cabe la duda
27. La belleza de la liturgia
28. Confesarse, ¿para qué?
29. Reconciliación
30. El silencio de la cruz
31. La fiesta del Amado
32. El camino de la vida
 
En el umbral de la ruta quinta
33. Pascua, fiesta de la Belleza
34. Fuerza y debilidad de la vida
35. Compartir
36. Felicitación navideña
37. Dar vuelta al corazón
38. Conciencia, conciencia, conciencia
39. Felices cincuenta
40. Oración a santa María

Este es un libro hermoso que habla de la belleza o, mejor, de la Belleza. Lo primero que nombra es el jardín, y lo último, un niño con su madre, un niño que es príncipe de la paz, un niño distinto, nuevo. Es, pues, el libro del jardín y del niño: de la naturaleza espléndidamente creada por Dios y del hombre, ese niño que pregunta y al que le llueven y le fecundan las preguntas a tiempo y a destiempo, las lluvias tempranas y tardías que nombra la Biblia; ese niño que se amustia y no crece en hondura cuando hay sequía y ausencia de preguntas. Ese niño con su madre que cierra el libro se asoma en todas sus páginas como Hombre nuevo, Ecce Homo, como luz nueva de infinita belleza.
Un libro que afecta a la vida, a la manera de vivir, y que está escrito por un ser humano de aquí mismo, amigo de los seres humanos y fascinado por la belleza humana, la belleza de la vida y el misterio del ser humano, esa belleza que clama al cielo de Dios, de donde esta belleza ha bajado.