VIDAL VALICOURT, JOSÉ
Meseta, fue concebido a raíz de un viaje en autobús por la meseta castellana. Una especie de travelling no sólo como cuestión estética, sino moral, según palabras de Godard. El lenguaje queda afectado por el territorio. La fascinación del mineral es patente. Zonas despojadas y abiertas, lugares elevados y expuestos a la luz más radiante. Vértigo de la horizontalidad. Tocar el hueso de la provincia. Reminiscencias de los páramos y de los llanos incendiados de Rulfo, de los paisajes quebrados y calcinados de Caneja, del amarillo enloquecido de Van Gogh, pero también del laconismo cinematográfico de Víctor Erice. Poética de la sed proyectada hacia la nieve.
La violencia del polen. La matemática conmovida. Turbulencia de átomos. Hay un principio de desorden. Un hiato que causa vértigo al hombre de la cima. Como si el universo se detuviera. Como si la mujer evocada no fuese más que un delirio molecular. Los mitos y los arquetipos siguen en activo. Y el pensamiento continúa en fase de construcción. Entre el estropicio de algunas certezas y el silencio de la memoria. Entre las convicciones precarias y el error más luminoso.