LONARDI, MARÍA ÁNGELES
El origen de la palabra nostalgia se remonta a 1688, cuando Johannes Hofer tituló su tesis, presentada en la Universidad de Basilea, con el que entonces era un neologismo de etimología griega. Según cuenta Diego S. Garrocho, el joven doctor usó esta palabra para nombrar una enfermedad cuyo principal síntoma es la tristeza provocada por el desarraigo de la patria, y era una enfermedad de particular recurrencia entre los soldados (1). La cita de esta anécdota no resulta casual, pues Mari Ángeles Lonardi ha creado en "Soles de nostalgia" (Círculo Rojo, 2019) una poesía que sobre todo trata de responder a las interrogantes más primarias, quizá de donde surgiera la propia literatura, planteadas desde una perspectiva personal: «quién soy» y «de dónde vengo».
Lonardi abraza muy de cerca la nostalgia, sentimiento que en principio podamos considerar intangible y abstracto, hasta darle una forma casi carnal, que nos recuerda a los versos de José Iniesta (de su libro Llegar a casa): «a veces la tristeza es una rosa / abierta en lo profundo de la carne» (2). Sin embargo, es por eso curioso que, contra todo pronóstico, la palabra tristeza (3) no aparece en ningún momento en "Soles de nostalgia", y se convierte así en una ausencia significante. El eje central del poemario gira en torno al recuerdo de hermosas vivencias matizadas por la pérdida de un pasado añorado. La memoria y la mirada hacia el pasado constituyen la fuente de inspiración de muchos de los versos de Mari Ángeles Lonardi; pero no se trata de una mirada afligida sino más bien llena de afecto, de gratitud, de placeres evocados hacia la concreción de ese sentimiento que todo el rato planea sobre este libro y que en japonés se denomina natsukashii para expresar el instante en que la memoria nos transporta a un dulce recuerdo que nos llena de sosiego.