n este libro coinciden las principales características de la poesía que Francisco Javier Fernández Espinosa lleva desarrollando desde su primer libro «Ciego» (1997), con insistencia en la intimidad del observador y la constante búsqueda de una soledad permitida, casi siempre haciendo de límite entre la voz poética y el resto del mundo. Los versos de este libro se componen y descompones al ritmo de lo anecdótico, lo cotidiano, del recuerdo fragmentado que hace aristas en la memoria, persiguiendo quedar liberado al fin de los anclajes involuntarios que el tiempo incrustó en los años pasados. Las hojas del calendario evocan la nostalgia y los asuntos no resueltos. Cualquier intento por huir hacia el destino se impregna de palabras ya dichas y de escenas vividas en algún momento, como las horas futuras de un reloj antiguo. Somos habitantes del tiempo, de los días, de las estaciones. En cualquier momento te pueden asaltar las dudas de quien teme ser el mismo, aunque siembre su camino con estos poemas de ilusiones marchitas y lastre desprendido del corazón.