LUQUE, AURORA
La selección de los poemas, el epílogo y la traducción al italiano han sido llevadas a cabo por Paola Laskaris, profesora de la Universidad de Bari y estudiosa de la poesía española clásica y contemporánea. Abre el libro un prólogo titulado De cuando se oían las sirenas, de la filósofa y poeta Chantal Maillard.
La edición incluye una serie de veinticinco fotografías de la zona de los Baños del Carmen (el mítico Balneario de Málaga, frágil y simbólico) realizadas por la autora a lo largo de varios meses del año 2011 y acompañadas por versos de la propia antología que ilustran un diálogo poético entre los distintos espacios y tiempos del Mediterráneo y apoyan plásticamente la reflexión sobre sus ruinas y realidades. José Abolafio ha sido responsable del diseño y la maquetación.
Esta cuidada edición es la última publicación de la Fundación Málaga y cuenta con la colaboración de la Asociación Dante Alighieri en Málaga. La selección de la profesora Laskaris nos acerca a los paisajes secos de Cabo de Gata y de Abdera, al enigma de una diosa prehistórica siria, a una siesta romana, a una reflexión sobre la vejez con sabor a Campari o a cerveza Alhambra, al terral que trastorna, a una isla productora de esponjas, a un casino costero, a las noches frías de Atenas y Eleusis, a una terraza, a otra siesta epicúrea, a unos acantilados, a Cartago, a una ciudad con Aduana y palmeras, a un buque de guerra americano, al horizonte contemplado por una gaviera
¿Por qué hemos elegido el título Los limones absortos para esta colección de poemas? Nos inspiró el poeta italiano Eugenio Montale, que en su poema Los limones hablaba del olor de estos frutos como la parte de riqueza que tocaba a los pobres. Unos limones entrevistos en un patio de invierno a través de un portón abierto nos anuncian, dice el poeta, el deshielo del corazón y nos vierten en el pecho las canciones del sol. Entendimos que esa riqueza de la que hablaba Montale es la riqueza misma de la poesía: junto a este mar común, nuestro tesoro secreto quizá consista en el hedonismo austero, en la lentitud, en el olor de los limones absortos, en las trompetas de oro de la solaridad. El Mediterráneo es un lugar anciano y elocuente, lleno de náufragos, de ambiciosos, de gavieras, de refugiados, de nadadoras, de soñadores; es un mar saturado de voces. Pero, como dice Chantal Maillard, ese lenguaje heredado está perdiendo su capacidad de significar, y ante el universo que se desploma, es preciso construir la historia de otro modo, urdir de nuevo el cuento: Y sí. Es preciso descreer. Desengañarse. Recuperar el canto no sometido, no encallecido ni saqueado de las sirenas. Ese canto que habíamos dejado de querer escuchar.