Urge encontrar una solución a la amenaza de la irreversibilidad del calentamiento global producido por el abuso de las energías no renovables. En este sentido los sistemas solares de foco central se presentan como parte de la solución para la generación de energía limpia. Su gran eficiencia térmica, junto con su capacidad para gestionar la producción de energía, la convierten en una de las opciones más atractivas.
Esta tecnología está basada en la concentración de la energía solar en un
receptor donde se alcanzan altísimas temperaturas con las que se puede generar
electricidad. Las condiciones extremas a las que tiene que operar los receptores,
junto con los fallos prematuros reportados en los proyectos de investigación, hacen
que tengan asociado un elevado riesgo tecnológico, lo que los convierte en uno de
los elementos más críticos de este tipo de plantas. Por tanto, para que esta tecnología se implante de forma masiva es necesario disminuir la incertidumbre existente sobre la durabilidad del receptor.
Los receptores tienen que soportar durante toda la vida útil de la planta un
número elevadísimo de arranques y paradas, debido a la intermitencia de la
radiación solar, altos flujos de radiación y altas temperaturas. Es conocido que la
alta temperatura y el ciclado térmico provocan el envejecimiento de estas
aleaciones, es decir, su composición química y microestructura se modifican,
afectando al comportamiento mecánico y óptico del receptor, pero poco se sabe
sobre el efecto a largo plazo que la radiación solar concentrada pueda tener en los
mecanismos de degradación.